Completamos las tres décadas y he de decir que mi vida ha sido una
hermosa canción, a veces de notas altas y estremecedoras como la voz de Whitney
Houston o tonos fuertes como los de Jennifer Hudson, otros días la melancolía
de Adele me recuerda historias que no he podido enterrar, pero las cuerdas de
guitarra que se escuchan de fondo en las mas lindas canciones de Juan Luis Guerra acarician mi
alma como muestra de que todavía hay esperanza.
El viaje se va tornando interesante, cada día
el futuro es más impredecible y poco a
poco me voy adaptando a la realidad de que nada es seguro. A veces me asusto
y/o me desespero un poco, pero he llegado a entender que lo único que realmente
nos pertenece es lo que vivimos en el día a día y estoy tratando de
aprovecharlo y atesorarlo en su justa medida.
Dios ha sido, y es, bueno. En los últimos 5
años he visto su amor actuar sobre mí como nunca imaginé, llevándome por
caminos que no había considerado, rutas en las que me sigo tropezando, pero
avanzando. He cometido errores, muchos y en muchos aspectos. Pero las lecciones
que he aprendido de ellos hacen que no
me arrepientan de ninguno ¡muy al contrario! Todos han sido muy necesarios y
determinantes en la formación de mi carácter, en la definición de mis
creencias, en la selección de las experiencias que he podido elegir, porque
otras me han elegido a mí.
Amigos de todos estos años (porque ya se van
haciendo muchos, lo sé): gracias por brillar como el sol en mi corazón por la
eternidad, por permitirme acompañarles en la aventura de vivir, por creer en mí
y por recordarme mis fortalezas cuando la realidad me golpea tan fuerte que
hace que se me olviden. Ustedes saben quiénes son, saben lo que han
representado y representan para mí. Gracias, mil gracias!
Termina una década de experiencias buenas y de
lecciones necesarias, por respeto a las personas que viven tragedias reales en
sus vidas, no me atrevo a decir que mis dificultades han sido malas experiencias.
Una década de salir de la isla, de vivir un sueño de 10 días mejor de los que
las noches me pudieran regalar, una década de conocer un poquito el mundo y de
empezar a conocerme a mí (porque eso de conocerse a uno mismo solo terminan con
el último aliento). Una década en la que
empecé a quererme y en la que estoy trabajando
en dejar que me quieran.
Para algunas cosas ya se me empieza a ir el
tren, para otras el viaje a penas inicia.
No le queda a uno más opción que hacer lo que puede con los medios que
tiene y no dejar que la ansiedad se coma la realidad o que la pena de lo que no
pudo ser le robe la magia a los días. Porque la vida sigue siendo un milagro,
porque siguen apareciendo personas que con su presencia completan mi paraíso
personal y porque la serendipia nos puede volver a salvar la vida.
Bienvenidos sean los Ta’ y todo lo que quieran
traer con ellos ;)
Agrego nuevas páginas al libro con la única
esperanza de escribir una historia que valga la pena contar, cuyo recuerdo no
lastime. O una melodía que reviva todas las emociones (TODAS!)
It’s time to celebrate!
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