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Lo que elegimos ser





Yo iba entrando y ella salía del super mercado, un oficial de seguridad la resguardaba de la llovizna con un gran paraguas mientras la señora del servicio llevaba el carrito de las compras y ella trataba de mantener el equilibrio en el suelo resbaloso del estacionamiento, que ya estaba mojado, con sus finos tacones y vestida como quien va para un coctel de divas recién operadas.

En cuestión de segundos recordé cuando estábamos juntas en el colegio y le dije a la joven que me acompañaba:

- Ves querida, uno se terminan convirtiendo en aquello que elige ser.

Una de las desventajas de vivir y crecer en un pueblo es que muchas veces nos hacemos adultos con visión corta, y el destino de cada uno responde más a limitaciones propias que a una auténtica carencia de oportunidades.

Ella siempre fue diferente, rara, pensábamos nosotros. Usaba estilos de pelo radicales, lo más radical que las monjas permitieran, accesorios de esos que enmarcan la rebeldía de adolescente propia de telenovelas y  leía revistas de esas de aparadores de super mercado que solo ojeábamos los minutos que aguardábamos en caja para pagar. Cuando yo no lograba entender qué rayos era la depresión ella ya se deprimía. Pocas veces sonreía pero siempre lució algo refinada, en comparación con el resto de mortales que estábamos alrededor.

Al final, terminó convirtiéndose en esa Barbie que eligió y nutrió desde muy temprana edad. No recuerdo que tuviera amigos o amigas y las dos o tres que en algún momento estuvieron cerca de ella parecían más súbditas que  amistades, como la señora que hoy lleva su carro de compras o el oficial que sostiene el paraguas que la cubre. Independientemente de que no comparta la forma en que vivió su adolescencia y la manera en que está llevando su vida adulta, esta joven se lleva el mérito de haber elegido desde muy joven lo que quería ser y dar los pasos necesarios para llegar allí sin importar que su entorno estuviera marcado por realidades muy distintas a ese sueño.

Estamos muy acostumbrados a culpar a las otras personas del rumbo que nuestro destino ha tomado.

  • Es por el lugar donde vivo.
  • Es que soy pobre.
  • No tuve un papá que me representara.
  • No me pagaron la universidad en la que debí haber estudiado.
  • No me dieron.
  • No me llevaron.
  • No me enseñaron.
Excusas y más excusas de una mediocridad elegida.

Si de algo son culpable los padres, o el medio, es de no enseñar a las personas a ser responsables de ellos mismos. De sus vidas, de su destino. A pagar el precio de lo que quieren ser hasta convertirse en ello. 

Se dan los casos de personas criadas en la misma casa, por los mismos padres, bajo los mismos principios y en el mismo entorno, cuyas vidas luego son completamente opuestas. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Qué grado de culpa tienen los otros? ¿Cuál es la parte del trabajo que alguien no ha hecho?

Hace mucho leí una frase (no recuerdo de quién) que siempre tengo presente en esos momentos en que obligatoriamente para uno revista a la vida:
"El que sigue haciendo lo que siempre ha hecho, llegará donde siempre ha llegado"

Lo que hacemos es lo que marca la diferencia entre el destino de unos y otros. Cada día, con cada acción que tomamdos hacemos la elección de lo que queremos ser, del lugar donde queremos estar y nuestros sacrificios nos llevarán allí auqnue no sea de manera instantánea. Porque aunque la vida de algunos parezca muy fácil desde afuera, cada uno tendrá que hacer un sacrificio en nombre de su meta personal.

Pero qué triste culpar al resto de la humanidad por la mala suerte y terminar la historia teniendo un aterrador encuentro con tus miedos, rodeado por muros que tú mismo creaste, careciendo de una ayuda que tú mismo te has negado porque se suponía que otra persona viniera en tu rescate.

Todos creemos conocernos, creemos saber lo que queremos ser, hacer y sentir. La pregunta sería ¿Qué estás haciendo al respecto? ;)




Hasta la próxima!


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