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La UASD y mi vergüenza

A finales del 2003, cuando me gradué del colegio, empezaba uno de los mayores desafíos de finales de la adolescencia  ¿Qué voy a estudiar? Y ¿Dónde voy a estudiar? Lo segundo  no estaba muy en dudas porque en mi casa todos los caminos conducían a la UASD,  aunque para ser honestos yo no quería. Los noticiarios decían que posiblemente  no habría inscripción ese año por falta de presupuesto (como todos los años)  y yo rogaba porque así fuera, para irme a estudiar con mi mejor amiga en APEC. Finalmente, el gobierno y las autoridades universitarias se pusieron de acuerdo, hubo presupuesto, hubo inscripción y empezó  forjarse una de las mejores etapas en la historia de mi vida.

Horarios que a veces se extendían de 7:00 am a 10:00 pm, profesores que nos marcaron con sus lecciones (unos por buenos y otros por malos),  conocer gente de todo tipo y de todos los rincones del país  (con unos te preguntabas ¿Qué hace este aquí? Y con otros ¿Cómo rayos llegó aquí? Pero ahí estuvieron uno y otro) y poco a poco  vas aprendiendo de tu carrera y de la vida… hasta que llega la primera huelga.

Al principio resulta entretenido (wow! Que aventura), pero  cuando los paros te hacen perder el hilo de la clase,  ponen en peligro tu vida y se empieza a postergar tu fecha de graduación, empiezas a odiar los paros y a quienes los organizan (unos “busca vida” mal llamados estudiantes  que van a la UASD a ser la piedra de tropiezo en el camino de los que sí van con deseos de aprender y de titularse).
Ohhh querida UASD, que será de ti, actos de vandalismo como los que se cometieron hoy no son la solución, las medidas se implementan de a poco, no de golpe, lo que hace falta en la UASD, es mejor manejo de los recursos y distribuirlos equitativamente, porque si no vamos a llegar a exigir el 100% y nunca va a ser suficiente...Just an opinion...I belong there, and I just want to finish... / Vía Teresa Aude Bruno.
Los pleitos en la UASD forman parte de la historia y de la vida  de la universidad, el problema es que lo que una vez fueron protestas con sentido, hoy no pasan de ser charlatanerías y actos de vandalismo. Quienes protestaban en otras épocas, eran estudiantes ilustres en busca de la defensa de ideales de justicia (una generación que Balaguer se encargó de eliminar durante sus famosos  12 años seguidos en el gobierno). Los revoltosos de hoy, en su mayoría  de casualidad van a una o dos clases solo para tener matrículas vigentes y tienen records de notas cuya exhibición produce una sola cosa, VERGÜENZA.

Debe haber personas valientes y calificadas que cuando el momento lo amerite, se enfrenten con altura a las autoridades para recordarles que han sido elegidos para servir a la universidad y a sus estudiantes, pero eso no se hace quemando gomas o vehículos,  no se hace lanzando piedras, no se hace destruyendo la infraestructura, no se hace en detrimento de la imagen nacional e internacional de la universidad.



Leer titulares como los de hoy,  produce  en mí un sentimiento que fusiona pena y vergüenza,  no parece que estuvieran hablando de un lugar de donde salen profesionales, no parece que hicieran referencia a la casa de estudios  donde conseguí un título del cual me siento orgullosa, no parece que ese fuera  el lugar donde una vez conocí gente maravillosa que hoy tengo el privilegio de llamar amigos,  ese lugar que hoy aparece en la prensa no es el ideal de “Alma Mater” de nadie.

Hace una semana, estuve en un reencuentro de exalumnos del colegio donde estudié, fue un día memorable y lleno de nostalgia. Cuando cantaron el himno del colegio nos emocionamos, me sentí orgullosa y agradecida por haber estudiado allí, lo mismo me pasa con la UASD y no quiero que eso cambie.  Me duele que un grupo de charlatanes amparados por la asquerosa política que se practica en esta media isla acaben con el honor de esa alta casa de estudios, nuestra querida universidad. 

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