Mucho hemos escuchado del cáncer, VIH y los ataques cardíacos como las enfermedades que más vidas arrebatan en nuestros días. Cada cierto tiempo algún virus se convierte en epidemia y toma posesión de los titulares de prensa, pero poco se habla de las vidas arrebatadas por la pobreza. Hace seis o siete años me tocó vivir de cerca la historia de una señora nonagenaria que murió de gripe. No fue gripe aviar ni nada parecido; un virus de gripe común, de esos a los que usted y yo (que no se me quita) estamos expuestos, cuyos síntomas espantamos sin mayor dificultad con alguna fórmula antigripal. Pero un cuerpo viejo, con defensas muy bajas, necesitaba algo más que un simple antigripal. Requería atención médica, quizás un aparato nebulizador para descongestionar sus pulmones, algún suero vitaminado para levantar sus defensas y vigilancia médica constante y oportuna aunque fuera por un par de días, pero no había dinero para trasladarla al hospital y tuvo que luchar a base de medicamen
Reflexiones, historias, sucesos... la vida desde mi realidad