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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Inventario al año que se despide

Las palabras, como la ropa, también son por temporada. Los "bre" (octubre, noviembre, diciembre) son la temporada más popular de la palabra meta. Anuncios, profesores, animadores y todo el que se cree un gurú de la superación personal y el positivismo te cuestiona sobre tus metas para el año que está por comenzar. Casa, carro, viajes, pareja, perder peso.... ¿Cuáles son tus planes?  Ay de ti si no tienes una lista gloriosa de  cosas por alcanzar, te titulan de fracasado sin siquiera haber empezado, esa miradita de lastima y decepción la recordarás por el resto del año. Pasan los 365 días alrededor del sol y    ¡ Oh sorpresa! Te das cuenta de que sin  haber tenido una lista gloriosa de metas  al empezar el año, administraste mejor tu vida que aquellos que en algún momento te condenaron con la mirada.  No tengo nada en contra de las metas (de hecho yo misma tengo mi pequeña lista de metas y objetivos personales) pero no estoy de acuerdo con presionar a la gente para ela

Mantequilla y Amor...

Hay semanas malas, y después está esta semana... Este devenir característico de la vida que es a la vez virtud y desgracia, a veces nos hace perder el control. Cómo quisiera tener un  imán para atraer  y permanecer pegada a las buenas experiencias, cómo quisiera tener un impermeable contra la lluvia de angustia y melancolía, cómo quisiera volver a ver la lucesita de la esperanza al final del túnel para volver a creer. Pero las cosas no son siempre lo que uno quiere.  Es bueno dar amor, ser empático, levantar el ánimo a quien lo ha dejado caer; cuán maravilloso es sentir que hemos servido de algo, ver en la expresión de la otra persona el alivio de sentirse apoyado, de sentir que sin importar cuan duro sea el proceso por el que tienen que pasar, cuenta contigo a lo largo del camino. Es una experiencia maravillosa, que también puede ser algo peligrosa. A veces nos acostumbramos a ser los fuertes, el paño que seca las lágrimas del amigo, el apoyo del compañero que se encue

Soltaré tu mano, para que puedas caminar

A veces parece que tomamos un curso de conducta general antes de llegar a la tierra, y lo aprendimos muy bien, tanto que entre unos y otros cometemos los mismos errores.  En este post voy a hablar del proceso que ha representado para mí aprender que la mejor forma de proteger es dejar que el otro cometa y asuma sus errores. Desde siempre tengo tendencia a ser protectora con las persona a quienes me unen lazos afectivos (amigos, familiares, compañeros de estudio/trabajo) y yo pensaba que era lo correcto, que lo estaba haciendo bien. Acomodar y ayudar tanto a las personas al punto que inconscientemente les hacía daño, limitaba el desarrollo de sus capacidades sacrificando las mías. sacrificio que no sentía como tal porque me complacía en hacer bien, no me habían explicado todavía que "hacer bien" también implica que cada uno cargue con su cruz y desarrolle sus habilidades ordenando su propio rompe cabezas. Los expertos le llaman Síndrome de Wendy , en lenguaje pop