Desde que inició la contienda electoral tengo una odisea existencial que es casi cortocircuito mental. Por un lado está el cumplimiento del deber de ciudadano responsable participando en el sufragio y por otro está mi profunda indignación por el mercado en que se ha convertido la política, sumado a una gran decepción por falta de opciones. Para "poner el Cherry a la bebida" está la realidad del COVID-19, que le da a uno 0 confianza como para exponerse yendo a las urnas ese día. Ver las entrevistas de Gonzalo Castillo es un mal chiste, ni hablar de ver su rostro en salamis, fundas de habichuelas y otras ayudas que reciben las familias en necesidad. Sigo en twitter a Marino Zapete y Altagracia Salazar , leer sus tweets con denuncias de casos de corrupción que se superan uno a otro hace que me empiece a salir humo del cerebro; primero porque no entiendo cómo pueden ser tan cínicos los del partido de gobierno, cómo puede haber tanta impunidad y luego porque no entiendo
Reflexiones, historias, sucesos... la vida desde mi realidad