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Dejar ir...

Ella estaba sola tratando de mantener un negocio de familia, en los últimos años el joven había sido de gran ayuda. Hacía de vendedor, de encargado, llevaba inventarios, preparaba algunas fórmulas y hasta dormía allí. Ella le miraba con agradecimiento mientras él crecía en tamaño, aptitudes y actitud.  Tiempo después, él le solicitó unos minutos para conversar, tenía la misma serenidad de siempre pero en sus palabras había un aire de despedida. Quería ser maestro, le dijo, y ella entendió que era el final de una etapa. 

Él cuenta que la Sra. tomó una maleta, buscó un par de camisas nuevas y las puso en ella al tiempo que le decía:
 - Me has sido de gran ayuda, pero no te puedo limitar

Y así fue como le dejó ir en busca de un futuro mejor, aún cuando esto significaba perder a su mejor ayudante. 

Imagen de Indiecita5/Flickr

Esta semana leí en la prensa un artículo en el que los empresarios se quejaban de lo difícil que se les hace encontrar verdadero talento en el mar de titulados que tenemos en la actualidad. Se han cualquierizado las licenciaturas, muchas universidades han pasado de ser centros de formación profesional al "llame ya!" de la educación y esto ha hecho del reclutamiento un proceso agotador, aburrido y muchas veces indignante.  Cuando por fin encuentras a alguien cuyo comportamiento refleja buenos valores morales y auténtica calificación profesional, sientes que has llegado a un manantial en medio del desierto, haces mil planes con sus talentos para la empresa, le retas con responsabilidades que le permitan desarrollarse y empiezas a contemplar proyectos en los cuales pudieras involucrarle, pero ¿Qué pasa si, antes de lo que pudieras imaginar, te dice que se va? Se presenta una nueva oportunidad, es lo que siempre había querido en la vida , le ofrecen el doble del salario que puedes pagar, sabes que tiene el talento, las condiciones y lo mejor para su futuro es que acepte ese puesto. Estarías dispuesto, como la Sra. de la historia, a dejarle ir y desearle lo mejor de corazón?

En nuestro afán por retener el talento que tanto nos ha costado encontrar, nos convertimos en las piedras en el camino de personas prometedoras. Sin saber que limitándoles nos limitamos como persona y limitamos la organización de la cual somos responsables. Cada semana sale un nuevo estudio que demuestra lo insoportablemente deprimente que resulta realizar un trabajo que está por debajo de tus facultades profesionales, independientemente de lo que te paguen por el (y nuestras empresas no se caracterizan por pagar salarios ostentosos, con suerte algunos llegan a un salario justo). It's All about pasion!  decía una y otra vez, en sus comentarios en los foros, mi profesor de marketing. Si tus labores no te retan, si no te apasionan, si no crees en lo que vendes, en lo que haces, en lo que construyes... poco a poco te automatizas, te mediocrizas, de buenas a primeras te descubres frente a un ordenador sintiéndote miserable las primeras ocho horas del día. Estoy segura que esa no es la clase de empleados que quisieras tener ¿Verdad? Entonces, tendrás que aprender a dejar ir. 

La vida es un juego de posibilidades tan infinitas que cuando creemos controlar todas las posibles jugadas es cuando estamos verdaderamente perdidos. "uno sabe de hoy, pero no de mañana" suelen decir los mayores, y no pueden tener más razón. Perder un buen empleado hoy puede significar una nueva oportunidad para tu empresa unos años más tarde, puede ser la recomendación que tú o tus hijos necesiten en el futuro. Recuerda que al final esta vida es una rueda y toca recorrer cada uno de los puntos de esa circunferencia. 

Pasaron los años y el joven se hizo maestro, uno de esos maestros que se inmortalizan en la memoria de sus alumnos por su calidad profesional y su calidez persona. La señora ya estaba en el ocaso de su vida y cuando la soledad le invitaba a sentirse olvidada, las llamadas y/o las visitas que aquél a quien un día dejó ir le devolvían la vida.  

Hasta la próxima! 

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