Es fácil para mí recordar aquellos días, de
hecho, resulta placentero porque ha sido una de las etapas en las que más
soñadora fui, en las que más esperanzada estaba sobre el futuro, esos días en
los que crees con más fe que otra realidad es posible y que puedes construirla.
Trabajaba en una institución estatal, con un
salario que dejaba mucho qué desear, en un área profesional que no era la mía,
sin un negocio familiar que esperara por mí, pero el mundo estaba en mis manos,
por lo menos eso sentía.
Ver a Obama estar a un paso de la casa blanca
era, de alguna forma, tener la certeza de que mis sueños se podían hacer
realidad y por eso lo nombraba en la introducción de mi trabajo monográfico
cuando aún estaba en campaña electoral, no importaba que todavía no terminara
el proceso, en mi corazón ya había ganado y de algún modo era como si yo
también ganara con él (aunque RD sea una islita más para Estados Unidos, aunque
tuviéramos una relevancia minúscula para el mismo Obama, aunque en ese momento
yo no tenía ni siquiera pasaporte). Fuera por la estrategia de marketing que
utilizaron, o por la manipulación psicológica que también formaba parte de la
estrategia de campaña, fuera por la razón que fuera, Obama era mi musa, y lo
fue por varios años.
El día de la toma de posesión yo estaba
trabajando, y recuerdo cómo dejé mi oficina para sentarme frente al TV del
laboratorio a ver aquel hecho histórico. Poco a poco se fueron sumando quienes
en ese momento eran mis compañeros de
trabajo y yo con mis jeans y mi franelita blanca me envolví tanto en la
solemnidad de aquel acto que en pocos minutos lo que quedaba de mí en ese salón
era un holograma de mi persona, la verdadera yo estaba frente al primer
presidente negro de los estados unidos, escuchando cada palabra traducida de aquél
discurso esperanzador y sintiéndome muy
orgullosa de aquel logro, tanto como si yo misma lo hubiera ayudado a
conseguirlo.
Desde entonces, le hemos visto cambiar algunas
cosas, hemos visto un sistema que ha vencido muchas de sus promesas, que en
parte también lo ha vencido a él. Se ha
despejado un poco la ilusión que teníamos en torno a su persona y hemos visto
un hombre que ha humanizado la imagen del personaje que representa.
No ha sido ideal, no ha sido perfecto pero no
cabe duda que ha marcado un antes y después en la historia. Su influencia ha tenido un alcance que va
desde la política hasta la moda. Para nadie es un secreto que nada ha sido
casual, que incluso su espontaneidad y sus memorables gestos forman parte de
una marca personal trabajada por expertos, pero si tomamos en cuenta las
condiciones económicas que heredaba y la imagen internacional bélica y
avasalladora que envolvía los Estados Unidos en 2008, es justo reconocer que ha
manejado con maestría situaciones muy delicadas en las que muchas veces sus
iniciativas están atadas por la camisa de fuerza que representa el sistema, el
senado, los intereses de los más poderosos y otros factores que entran en
juego.
La patética campaña política actual en estados
unidos han hecho que más de uno empiece a extrañar a Obama incluso antes de
irse. Recuerdan los debates políticos cuando él fue candidato? Su primer mandato era como si se encarnara la
promesa de aquel discurso de Martin Luher King “I Have a Dream”, para la
campaña presidencial del 2012 ya había perdido aquel encanto de promesa divina
pero igual valía la pena sentarse a escuchar esos debates (aunque a veces
parecía ver la sangre saltar por el tv… todo parecía tener que ver con guerra).
Nada que ver con la payasada y el mal chiste que representa la escena política
gringa actualmente, algo que personalmente me resulta hasta preocupante.
No sé cuándo volveré a sentirme esperanzada e
identificada con el discurso de un político, no sé cuándo volveré a ver gestos
espontáneos de humanidad en las declaraciones de un presidente sin sentir que
es un farsante que simplemente quiere ganar votos con actuaciones que más bien
parecen una burla a los sentimientos auténticos, no sé cuándo voy a leer un
libro y ver que los actos y los sentimientos expuestos por el autor se reflejan
en su vida. Lo que sí sé es que, independientemente de que no comparta varios
aspectos de sus propuestas y de la forma en que se han manejado algunos temas y
disposiciones, Voy a extrañar a los Obama en la casa Blanca.
La elegancia, el trabajo y la relevancia de
Michel en su papel de Primera Dama, la gracia de sus hijas y el legado que deja Barack a pesar de las
muchas oportunidades de mejora que podamos señalar en su gestión, me hacen
pensar en lo irrelevante que resulta ese slogan de Trump “Make America Great
Again".
“If you think that the only way
forward is to be as uncompromising as possible, you will feel good about yourself,
you will enjoy a certain moral purity, but you are not going to get what you
want. So, don´t try to shut folks out. Don´t try to shut them down, no matter
how much you might disagree with them”. Barack Obama
Termina un capítulo en la historia de los
Estados Unidos que se extiende más allá de los ciudadanos estadounidenses, una
historia que ha tocado el corazón de todo el que se dejó envolver por un
personaje esperanzador al que no dejamos de amar incluso al descubrir sus
faltas y debilidades de simple mortal.
Goodbye and many thank you!
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