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Desde cero


Nuestros padres pasan la mitad de nuestra vida rompiéndose la cabeza para enseñarnos a vivir y nosotros pasamos la otra mitad rompiéndonos la cabeza desaprendiendo muchas de esas cosas, para poder vivir. Y este ciclo se repite de generación en generación...

No, el punto de este post no es crucificar a los padres (los maestros tienen también su grado de participación aquí) por lo que han hecho con nosotros, al final, han dado lo que pueden según lo que tienen y lo que consideran que es mejor. Según el lugar de donde vienen, según sus experiencias de vida, según lo que les dieron a ellos mientras crecían. El punto es que su realidad y la nuestra, por muchos factores, es absolutamente distinta (y gracias a Dios por eso).

Una de esas cosas para la que nos programan, y que luego tenemos que borrar del sistema, es que todos nuestros pasos siempre serán hacia adelante, o que debe ser así. Iniciar y continuar, la secuencia es el progreso. 
Independientemente de lo que estés haciendo, lo importante es mantenerte, mantenerlo. 
Y así asumimos que todas las variables de nuestra existencia deben obedecer la regla de oro del avance, del progreso. Yo soy constante, el resto de las cosas debe serlo.  Pero, qué pasa cuando las cosas simplemente no siguen la pauta del avance, del progreso, del crecimiento?

En estos días conversaba con un señor que, visiblemente frustrado, me decía que estaba harto de contratar gente para enseñarlas y que luego se vayan. El tipo de trabajo que realiza no es común, por eso debe formar él mismo sus empleados para elaborar un producto de calidad y dar una garantía real pero, cuando sus empleados llegan a un tope de tiempo y/o salario, se desencantan y se quieren ir. Cada cierto tiempo debe empezar desde cero con el reclutamiento y el entrenamiento. Él está harto de eso y la sola idea de pensar en todo este asunto lo frustra.

Mi área experta no es recursos humanos pero entiendo que en este caso hay dos opciones: 
  • Pensar en una estrategia para mantener motivados los empleados cuando llegan a ese tope salarial o de tiempo. 
  • Mentalizarse y prepararse para hacer un relevo de funciones cada cierto tiempo. Que en cierto sentido es lo mismo que empezar varias veces de cero pero de forma programada. 
 El asunto es que así nos pasa con la vida y es igual de frustrante  que en el caso anterior. Tenemos más predisposición a la constancia que a la resiliencia y eso ha fastidiado a mucha gente.

No quiero restar méritos a la constancia. Es absolutamente necesaria para conseguir el éxito en cualquier cosa que decidamos hacer pero, qué pasa cuando insistimos en ser constantes en algo que no tiene sentido, o cuando se trata de algo en lo que intervienen varias personas y una de ellas decide simplemente no seguir (se va, se muere, por la razón que sea simplemente no está)?

No nos podemos cansar de volver a empezar, de empezar desde cero.

Es saludable, y muy recomendable hacer de vez en cuando un inventario a la vida, a nuestro trabajo, a nuestras relaciones, a cada cosa en la que ponemos esfuerzo, a cada aspecto en el que entregamos una parte de nosotros y reinventar lo que haga falta, cuando haga falta. Empezar desde cero todas las veces que sea necesario sin sentirnos fracasados por eso. Sin sentir que estamos mal por no ser de los primeros pero con la certeza de estar haciendo algo bien, de estar en el camino que importa, al lado de quien importa y en capacidad de seguir caminando aún si todos los demás dejaran de estar, así sea por una ruta distinta.

En estos días me ha tocado ver con muchísima pena el proceso de duelo y re-adaptación de una de mis tías que de repente ha quedado viuda. Se trataba de un matrimonio de más de 30 años, de una pareja que se complementaba de muchas maneras y con los años había desarrollado una forma de convivencia basada en amor y respeto que les permitió conseguir muchas cosas en la vida y sobrevivir a muchas adversidades. Ahora mi tía se ha quedado sola, así de sorpresa. Ella nunca se imaginó que él se iría tan pronto, nunca pasó por su cabeza que él se iría primero. Y ahora, cómo se supone que siga adelante?

Tendrá que ser fuerte, seguir sola y aventurarse a descubrir su nuevo "para siempre". Pero cuando se tiene el corazón roto y el alma mal herida, es muy difícil encontrar la forma de continuar y siente uno que hasta traiciona la memoria de quien se ha ido si considera la posibilidad de volver a sonreír.  Le tomará tiempo pero necesariamente tendrá que hacerlo. Reinventarse y empezar de cero. 



Yo también quisiera acertar a la primera, que las cosas siempre fueran constantes y en progreso, pero no es la realidad que nos ha tocado vivir. La tecnología nos obliga a vivir en un constante proceso de reemplazar prácticas y conocimientos para adaptarnos a los nuevos tiempos, así debemos ver la vida y así debemos enseñar a nuestros hijos a ver la vida. Con persistencia y resiliencia. Que se reinventen como forma de progreso (no para escapar de situaciones o realidades) y que empiecen desde cero las veces que necesiten hacerlo con la emoción propia de quien inicia una fascinante aventura. 
Hasta la próxima! 









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