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Fiorecita is back!

Hoy me toca sacudir un poco el blog para volverme a encontrar conmigo, para abrir de nuevo el camino a mi realidad y exponerme un poco, otra vez 

Este ha sido un año que en el que la calma no existe. Incluso en momentos concebidos para estar en el más absoluto estado de relajación, mi cabeza está dando vueltas con algún tema del trabajo o ando preocupada porque no me preocupa nada y eso solo quiere decir que algo que se me ha olvidado. He pasado de sentir que la cabeza me crece por no encontrar el interruptor de desconexión del cerebro, a dolores de cabeza leves pero constantes, a aconsejarme a mi misma y a tratar de fluir. 

Fluir, qué lindo suena! Qué fácil se escribe!pero... será que algún día podré conseguirlo? Será que algún día querré conseguirlo? Si bien es cierto que he aprendido a dejar que algunas cosas tomen su curso por sí mismas, también entiendo que hay otras en las que no puedo soltar las riendas. Dirán los coach de vida que la clave está en identificar una y otra cosa, pero la línea de división es tan fina que uno solo logra ver la diferencia después que el irremediable momento de estrés ha pasado. 

Estaba acostumbrada a trabajar sola. Desde el colegio era la típica persona que siempre dirigía el grupo de trabajo en el que estaba y la gente solía ser tan irresponsable (o cómoda) que yo terminaba desesperándome y cargando con una buena parte del trabajo para que las cosas salieran, y siempre salían.  Repliqué el mismo comportamiento en la universidad hasta que hice mi maestría y en el trabajo final me toco estar en un grupo de verdad, donde todos colaboramos y cada uno se encargó de desarrollar aguello en lo que era realmente bueno (Qué felicidad!).  En mi vida profesional había vuelto a la conducta de "cargar con la cruz de cristo" para que las cosas salgan a camino y me funcionó hasta ahora. Por primera vez tengo personas a mi cargo, algo que más allá de mandar implica que soy responsable de mi desempeño y del desempeño de esas personas. Asumir todo era imposible e intentar hacerlo era la causa del leve, pero constante, dolor de cabeza.  Mi trabajo, más allá de cumplir los objetivos, es velar porque esos objetivos se consigan con el trabajo, el compromiso y la cooperación de todos. Mis queridos, ese ha sido mi mayor reto, uno que todavía no supero y, siendo honesta, no sé a ciencia cierta cómo rayos lo voy a superar. 

Como resultado de todo lo anterior, esta foto demuestra exactamente cómo me siento (cambiando algunos factores)



Deberían agregar una clase especial en la universidad para manejar equipos de trabajo que no has elegido, que te aceptan porque no les queda otra opción y que no terminan de confiar en tu capacidad de hacer que las cosas realmente funcionen. Que la confianza se gana? Muy cierto! Pero Oh My God! Cuanto cuesta! Sobre todo cuando sabes que tienes tus fuertes pero al mismo tiempo eres una simple mortal y aprendiz en la faceta de ser líder de título. Cuando eres líder natural, que siempre había sido mi caso, la gente te sigue y te respeta por decisión, pero cuando eres líder por asignación es como casarte con un hombre que viene con hijos de un matrimonio pasado y te ven como una intrusa (mi abuela siempre me ha dicho que evite involucrarme con hombres con hijos). 

Pero, believe it or not, me gusta mi trabajo. 

Este año también he recibido tres ofertas de trabajo importantes, la más tentadora pagaba 40% por encima de mi salario actual más beneficios. Era algo muy relacionado con lo que hago, me persiguieron como si se tratara del santo grial pero cuando lo pensé fría y objetivamente, llegué a la conclusión de que me gustan mis retos aunque a veces me sienta a borde del colapso. 

10 meses después no he podido encontrar el equilibrio, se me caen algunas cosas porque me ha faltado agilidad y otras las he dejado caer de forma consciente porque para seguir viva hay que entender que no siempre se puede con todo. 

El tiempo dirá de qué madera estoy hecha, llegaré también a entender si mi liderazgo es tan auténtico como creía o si siempre seré la madrastra que constantemente está en tela de juicio. No sé que pasará, pero cada día me levanto con deseos de dar la pelea, con nuevas ideas para buscarle la vuelta a las dificultades, con la esperanza de inspirar y no obligar, y (lo más importante) orando más que cuando iba cada domingo a la iglesia porque sin ayuda divina esto no será posible.

Paso a paso, día a día, poniendo color a una historia cuyo desenlace insiste en pintarse de gris. 

Creo que ahora me entienden mejor ;) 

Hasta la próxima!
  

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