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Por si se acaba la vida

A veces quiero hacer cosas que dejo en espera por "falta de tiempo".  Amigos qe quiero ver, familia que quiero visitar, lugares que quiero conocer, experiencias que quiero vivir... Uno siempre cree que habrá más tiempo, que habrá más vida, que habrá más voluntad. 

En estos días estaba esperando por mi turno en una clínica; entre el cansancio, la espera y el aburrimiento terminé dormida en el mueble donde esperaba. Mi sueño era como flashes de realidad. pero realidades específicas relacionadas con dos  primos que se fueron "a destiempo", Miguel Angel (Oto) y  Maribel (Olfa). 

Uno del lado de mi padre y una del lado de mi madre, ambos murieron de cáncer. Olfa siempre fue soñadora, diligente, emprendedora. Eran tantas las cosas que quería hacer, que cuando empezó a sentirse los síntomas de cáncer de mama trató de esconderse para no escuchar la sentencia que no quería aceptar. Luego asumió su proceso como la más valiente y así dejó este mundo. Aún estando en cama, consciente de la metástasis y sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de pequeños tumores, asún así hablaba del futuro, aún así hacía planes, áun así se aferraba a la vida.

Oto tenía solo 34 años, tenía unos pocos años de casado, todavía no tenía hijos y, para definirlo de manera sencilla, fue el ser más noble que he conocido en mi vida.  Todavía recuerdo cómo la noticia de su diagnóstico golpeó a mi papá. Nunca lo había viso tan triste, esa fusión de pesar e impotencia lo noqueó, ser testigo del desgaste y el sufrimiento de su sobrino fue horrible. En una ocasión estaba orando por él, con él, y a mitad de la oración ya  no pudo seguir porque le ganó el dolor y terminó en llanto. A mí me tocó darle la noticia cuando Oto murió, con un suspiro de pena y alivio me dijo: Ya descansó! 

Desperté en el mueble de la sala de espera espantada y reflexiba. Cuantas cosas habrían dejamo mis primos por la mitad? Cuantos deseos, cuantos planes, cuanta vida! Pensé en mi, en todas las cosas que he puesto en espera, en todas las "cruces" que he decidido cargar porque "luego habrá tiempo para estresarse menos". Y si tal tiempo no existe? Y si después es muy tarde? Saqué un marcador de la cartera y escribí tres preguntas en la parte de atrás de un document que estab aleyendo antes de quedarme dormida:

- Qué quiero hacer?
- Qué puedo poner en pausa?
-Qué cosas seguirán conmigo (aunque pesen)?

Me quedé un momento como ausente y también me pregunté:

Y si la vida se me queda a la mitad? 

Si mi vida fuera una película, ese era el momento perfecto para abandonar todo e irme a viajar  por el mundo, pero mi realidad (y mi cuenta de banco) dicen otra cosa 😂. Sin embargo, mi actitud ante algunas cosas/ personas/ situaciones ha cambiado poco a poco, y me gusta que sea poco a poco porque así se construyen los hábitos. 

He dejado de hacer cosas que siempre he querido hacer por las razones más estúpidas que se puedan imaginar, muchas de ellas por miedo. He revisado el lisado mental de experiencias que he dejado en espera y las razones por las que lo he hecho (muchas de ellas también son estúpidas). He listado mis cargas para ver con cuales sigo y cuales voy a dejar. 

Sin lugar a dudas soy mas libre, más osada, más directa y más segura que seis o siete años atrás, pero todavía queda trabajo por hacer, un trabajo que no debería dilatar por si se me acaba la vida. Para no despedirme sin haber vivido de verdad.

No voy a entender ese extraño sueño que pareció un trance, pero voy a recordar a mis primos de una forma distinta. En vez de seguir reclamando a la vida por ser injusta con ellos, aceptaré que esto es lo que es aunque no nos guste. Trataré de vivir por mi, por ellos, por si se acaba la vida...




Hasta la próxima!






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