Ir al contenido principal

Para Siempre


La tarde del día anterior había tenido una reunión horrorosa en la que participaba alguien a quien el miedo, el ego, el micromanaging y la falta de confianza en sus socios lo ha convertido en nuestra peor pesadilla. Cuando veo las fotos de la primera vez que vino a visitarnos, no puedo contener las ganas de devolver el tiempo para deshacer todos los acuerdos que se dieron en ese viaje. 

Traté de liberar el malestar y la vergüenza, pero las pesadillas que tuve toda la noche son el mejor indicador de que no lo conseguí, creo que ni la noche posterior a un atraco lo pasé tan mal, quizás porque con suerte no volvería a ver al atracador nunca más y con este seguro me quedan más reuniones :/ 

Me levanté con dolor en el cuerpo, con dolor de cabeza, cansada, indignada…  me puse a escuchar un podcast de TED en el trayecto al trabajo, me distraje unos segundos y cuando vine a reaccionar estaba casi encima de carro que iba delante de mí.  Frené tan rápido como pude, pero no pude evitar chocarlo (para completar mi cuadro).  

Respiré, cerré los ojos y me armé de valor para escuchar todo lo que ese conductor tenía que decirme, con toda a razón. La culpa había sido mía y de nadie más.  Abrí la puerta mientras él hacía lo mismo y fui a ver el desastre que había hecho. Resultó que la cosa no había sido tan grave, solo tenia un par de marcas de mi carro en el bumper de su carro, pero igual tenía todo el derecho de estallar. Miró lo que había pasado, me puso la mano en el hombro y me dijo:

- No ha pasado nada, vete tranquila que yo resuelvo eso. 
Yo no lo podía creer, lo miraba y él me devolvía la mirada como viendo toda la angustia que traía encima, no solo por lo del carro.  Volvió y me dijo: 

- Ve tranquila que no pasa nada. 
Solo me dieron ganas de ponerme a llorar ahí mismo. Todavía queda gente amable en el mundo, y una amabilidad que no merecía porque la imprudente había sido yo. 
Un poco más adelante había un semáforo, se detuvo y me hizo seña de que me detuviera al lado de él, me detuve, bajé el cristal y me dijo:

- Tienes que tener cuidado, en este país la gente vive frenando de golpe y estas cosas pasan. Abre bien los ojos, y me sonrió.
Hay cosas, lugares, experiencias y personas en la vida que son para siempre. Entre esas cosas contaré el rostro de ese señor. Sus gestos amables, su mirada compasiva y su sonrisa. El tranquilizante que necesitaba mi mañana, mi día, mi vida. 





Hasta la próxima! 

Comentarios