Ir al contenido principal

Balance al 2019



El año pasado no escribí mi tradicional post de fin de año porque tenía tantas cosas en curso que no sentía la separación entre un año y otro, nada parecía terminar, la vida me abrumaba, la  musa no me visitaba y solo dejé que pasaran los día y que iniciara todo. Olvidé que al final todo se resumen a uno, al propio deseo de pasar raya y ver el balance, al propio deseo de terminar y ver con los ojos y la mente fresca el año que comienza, olvidé que siempre depende de mi. 

En 2018 logré mucho y sacrifiqué mucho. Fue un año de trabajar sin preguntar cuanto, de aprender haciendo (en todo el sentido de la palabra), de cometer errores, de vivir momentos memorables, de confirmar lo que no sé, de perderme muchas cosas y de experimentar otras. No quedaba inconcluso como pensé, sentó las bases de un nuevo escalón en mi madurez profesional y  me enseñó un par de cosas que jamás debo repetir en mi vida personal. 

En 2019 he aprendido, por las malas, las implicaciones físicas de las emociones y el estrés. He confirmado que no puedo, ni quiero, separar lo que soy de lo que hago, hay nuevos errores de los cuales he aprendido, he recordado lo vulnerable que es la vida, he tratado de quitar un par de capas al muro que protege mis sentimientos y todavía no estoy segura de que esto cuente como una decisión inteligente. 

Desde hace mucho he desarrollado cierta consciencia de las limitaciones que tengo por mi género, por mi aspecto, por mi raza, por el grupo socio-económico al que pertenezco... pero no deja de ser frustrante cuando la vida se encarga de echarte en la cara esas limitaciones, las malditas pre-concepciones que subestiman a uno y te mantienen siempre a prueba. Siempre teniendo que defenderte o defender, siempre probando que tú si. Estoy agotada, al segundo de reconocerlo también me doy cuenta de que es un lujo que no me puedo dar. 

In a dance with life.

Ese ha sido mi status en whatsapp por mucho tiempo, y no ha sido menos de ahí. Los bailes tienen todos los tiempos, pero una  parte muy importante del mismo es sentir la música y dejarte llevar por quien baila contigo. A veces cierro mis oídos a lo que en realidad suena y quiero imponer a mi baile con la vida el ritmo que quisiera, eso lo complica todo. 

En mi historia de este año que termina hay momentos memorables que formarán parte de mi por siempre, lecciones que espero sirvan par asentar las bases de una madurez personal y profesional que siempre está en construcción, amigos a los que agradezco que sigan ahí y una inercia que espero encontrar el valor de romper. 

No soy escribir propósitos de año nuevo, pero en 2020 espero "unfuck myself". Dejar que todos los audiolibros que he escuchado surtan su efecto en mi, dejarme de escusas estúpidas y vivir. Continuar intentando lo que para otros pueda parecer absurdo, siempre que realmente crea que es posible, seguir disfrutando las salidas de sol en la playa, el sonido de la brisa en las montaña,  el sabor de una buena comida, el placer de estar en buena compañía. Es allí donde encuentro mis whys, los que hacen que aparezca el deseo de construir de nuevo cuando todo se derrumba. 

Salud por todo eso!  








Comentarios