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This is 35

Mi reflexión del cumpleaños, el año pasado, era un grito desesperado. Estaba cansada, indignada, mentalmente consumida aún cuando pasaba unas vacaciones increíbles e inolvidables. Arrastraba un compromiso que me drenaba  y se reflejaba en cada letra. 


Tenía la esperanza de que las cosas cambiaran, y cambiaron. Más pronto de lo que esperaba y, definitivamente, no en la forma en la que esperaba que sucediera. Es imposible reflexionar sobre el año pasado y no mencionar la pandemia, la incertidumbre, la ansiedad y el aprendizaje. 


Si estudiar es sinónimo de aprovechar el tiempo, lo he aprovechado. Master Class, Coursera, Programas patrocinados por la embajada americana. La vida ha sido tan maravillosa que hasta tuve la suerte de encontrar un tutor de inglés con el que hasta hace poco me reunía dos horas por semana y me daba lecciones de vida mientras corregía mi pronunciación en un idioma que cada día se hace más necesario. Thank you David!


Me gusta ser fuerte, armar las cosas corriendo cuando se rompen, encontrar respuestas, lógica, recoger pronto los pedazos de mi y volver a seguir. El año pasado aprendí que no siempre es así, que no siempre tiene que ser así, y que no pasa nada si por un buen tiempo no sabemos qué hacer. Recuerdo que entre 2014 y 2015 cambie mucho por fuera, este año he cambiado mucho por dentro. 


Estoy increíblemente doméstica, espero con ansias los domingos para cocinar. Si, para cocinar con el mejor sous cheff del mundo mundial 😉. Durante los últimos seis años pasé más tiempo andando que en casa, vivía aquí como si esto fuera un hotel. Ahora evito muchas salidas porque auténticamente disfruto estar en casa. Todo esto ha pasado de forma natural, tanto que yo misma me sorprendo.


En estos días, en una de nuestras sesiones, mi tutor de inglés  me preguntó si extrañaba mi vida antes de la pandemia, creo que fue en ese momento que me di cuenta lo mucho que han cambiado las cosas en mi. Lo único que extraño de antes es ir al cine (la experiencia de ir al cine, porque películas podemos ver cada vez que queremos). Hay cosas que felizmente he eliminado de mi agenda y otras que han cambiado en su forma y frecuencia de ejecución, pero siguen estando ahí. Todavía hay mucha incertidumbre, hay muchas cosas que todavía se están definiendo y necesariamente seguirán cambiando, pero no quiero volver a la totalidad de lo que fue, y de eso no me cabe la menor duda.  



Aunque vivimos en una época en la que la gente va a terapia por cualquier cosa, y en donde cualquier persona se autoproclama un terapeuta, soy muy escéptica con los psicólogos y terapeutas. Entiendo que hace falta muchas páginas para la izquierda, mucha investigación seria, muchisimo màs que automotivación y reflexiones superficiales carentes de bases sólidas. Así que suelo tomar con pinzas el tema de las terapias en este país, sobre todo dentro de mi intelectualmente limitada clase social. Sin embargo, en estos días participe en un zoom meeting de Internations donde una ex ingeniera que ahora es PHD en psicología hablaba sobre el trauma y las formas en que se refleja en nuestro día a día. Aparte del contenido de la presentación, me gusto que, ante las preguntas, nunca dio soluciones definitivas porque cada caso es distinto y necesita un análisis particular, sin embargo planteaba algunas alternativas para lidiar con esos temas mientras. Me gusto su estilo, me identifiqué con unas cuantas cosas y luego le escribí para conversar con ella. Obviamente, mi situación financiera no me permite programar largas sesiones con ella, pero amablemente estuvo dispuesta a conversar conmigo sin costo. 


Uno de los puntos más importantes de esa conversación fue “the invisible trauma” las formas en la que somatizamos y lo difícil que puede ser desaparecer esos síntomas físicos por no atender la verdadera causa de los mismos.  No hay una medicina milagrosa para ello, tampoco hay un super médico con un roadmap de qué hacer y cómo hacerlo. Se necesita mucha reflexión, conciencia, objetividad, y meditación. No, no planeo convertirme en un monje budista, pero estaba viviendo sin procesar la vida. Si voy a andar por caminos que definan mis circunstancias, por lo menos quiero hacerlo con conciencia para vivir la experiencia y sacar el mayor provecho de la misma para mi y para los míos (porque a veces se nos olvida la forma en la que nuestras elecciones afectan la vida de aquellos con quienes compartimos nuestros días).


Hay muchas cosas que quiero hacer y en ese proceso me esperan metidas de pata, nuevos retos, algunas frustraciones propias de los procesos... pero debo decir que recibo mis 35 en paz. En paz conmigo, con la realidad y en dispocisiòn retomar caminos que daba por olvidados para rescatar las versiones de mi que han quedado a la deriva y son muy necesarias para lo que quiero ser en el futuro, porque los años pasan pero el futuro nunca se agota, siempre promete ;) . 


Gracias por leerme,sobre todo, gracias por acompañarme. 


!Salud!


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