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Una Jornada con C - Valentía, confianza y libertad

Este es el último post de la serie Una Jornada con C.  Han pasado muchas cosas y me tuve que saltar las radioterapias, un proceso que al inicio fue llevadero pero al final nos dio un buen susto. 

Las radioterapias fueron menos agresivas que la quimio, aunque tienen la dificultad de ser de lunes a viernes (más de 30 sesiones). Si tomamos en cuenta que en ese "de lunes a viernes" hay que buscar estacionamiento,  hacer turno en un saloncito con capacidad rebosada, estar consciente de que las máquinas a veces duran varios días dañadas porque la capacidad de las mismas no alcanza para funcionar bien con tantos pacientes al día... sigue siendo una situación. Los efectos secundarios estaban presentes (nauseas, un poco de diarrea) pero nada que ver con el drama de los días posteriores a las quimioterapias. 

Una semana después de completar el tratamiento mami se levantó un día a las 2:00 am con un dolorcito, ese dolorcito se intensificó tanto que tuvimos que llevarla a emergencias tres veces consecutivas esa misma semana. No paraba de vomitar, al punto que estaba tan deshidratada que las enfermeras no le encontraban las venas para canalizarla y ponerle los calmantes. Pasó dos semanas así, el radiólogo no le hizo caso cuando la llevamos, en emergencias solo le ponían calmantes, la situación estaba cada vez más difícil y no se veía mejoría.  Fue angustiante y desesperante.

La prima del campo que siempre está pendiente mandó de allá un doctor para que le puso un suero de vitaminas (no sé si hay un nombre más elegante para eso), y a partir de ahí empezó a recuperarse porque se  hidrató y luego el cuerpo empezó a asimilar los medicamentos para las náuseas.  Retenía un poco más la comida  y poco a poco se fue recuperando. 

Después de esa crisis, todavía quedaba la última face del tratamiento, las braquiterapias. Mami no sabía si hacerlo o no, no quería volver a verse así y yo misma le aconsejé que dejara el proceso. Estábamos asustados, desgastados, en ese punto en el que no sabes si de verdad fue la mejor opción hacerla pasar por todo este proceso. Tuvo unos días para recuperarse, oró mucho, se decidió y fue a  terminar todos sus tratamientos. 

Recuerdo que un día le dije que si me detectaban un cáncer me quedaría en mi casa y no me sometería a la tortura de ese tratamiento, un comentario que pasará a la historia como uno de los más desacertados que he hecho en mi vida ¿Cómo demonios le dice uno algo así a un paciente de cáncer que está en medio de ese proceso? Era uno de esos días en los que yo misma me sentía ahogada. Ella no dijo mucho, se quedó tranquila y siguió en lo que estaba. Detrás de mi comentario, aparte de la estupidez, lo que había era mucho miedo. Miedo al proceso, miedo a los efectos de los tratamientos, miedo a si va a funcionar, o no. De esos días en los que se nota que la situación es dura para todos y no siempre sabemos lidiar con ello de forma inteligente.

A veces un cree que ser valiente es es aceptar la enfermedad y quedarse en casa conviviendo con el dolor;  pero asumirse enfermo, empezar los tratamientos y continuar aunque no sabes si lo que te espera después es la muerte... eso ya es otro nivel de valentía. Si yo hubiera sido mi mamá quizás no hubiera empezado, quizás hubiera dejado el tratamiento después de la primera crisis, pero para ella huir no era opción y eso para nosotros es una lección que se repite una y otra vez en la vida. 
Asumir la realidad, aceptar lo que trae con ella, atreverse a llevar el proceso, confiar y quedarse, aún en los días más difíciles
Hablar de cáncer ahora parece fácil, nos sentamos tranquilamente a contar todo con calma, a aconsejar a la gente que no tenga miedo, pero es fácil recordar la tormenta cuando ya ha pasado, y !Qué bueno que pasó! 

Las lecciones aprendidas van más allá de lo que pueda escribir aquí. El apoyo, la presencia, el amor, la paciencia... para mí tienen otro significado después de esta jornada. La conciencia de la  vulnerabilidad de la vida, el valor del ahora

Nunca pensé que me alegraría volver tener una mamá terca, con la que casi nunca estoy de acuerdo. No pensé que me alegraría volver a pelear con ella, porque eso indica que está aquí, que regresó y que ya no está asustada. 




¡Gracias por leerme, gracias por el apoyo!

Seguiremos contando historias nuevas, jornadas nuevas :) 

FF 

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