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Se llega cansada

En 2016 se me ocurrió subir caminando al fuerte Resolí ( San Cristóbal). En ese momento estaba re-calibrando mi vida, explorando lugares y experiencias, dándome cuenta de que con todo y mi historial de asma de la vida entera, yo podía convivir con la naturaleza de manera más activa. 

Recuerdo que los días siguientes fueron un verdadero viacrucis, me dolía todo! Las primas que me acompañaron estaban peor que yo (una de ellas jamás volvió 😂) pero tan pronto me recuperé, volví. Ese trayecto se convirtió en ejercicio, medicina y lugar de encuentro con familiares y amigos.  Los vecinos del camino ya me conocen, y 6 años más tarde sigo subiendo cada vez que puedo (que no es tan a menudo como antes).  




Como estoy en esa época en la que uno engorda hasta por tomar agua, y la mayoría de los pantalones no me pasan de las caderas -_- estoy haciendo un esfuerzo extra para retomar mi antiguo hábito de subir al fuerte cada fin de semana.  A veces empiezo el trayecto con mucho sueño pero poco a poco vamos completando el desafío. 

Uno de estos días nos pasa por el lado un señor que nos ve la cara de agotamiento con a penas 20 minutos de caminata (la ruta toma 1.5 horas para subir) y nos dice: 

Cansada no se llega

Lo dijo con  el tono particular de quien está seguro de que vas a renunciar y me quedé pensando en eso todo el día. 

Esa mañana fue dura, el cuerpo no quería, el calor era agobiante pero definitivamente se llega cansada,  o más bien, a pesar del cansancio.  Estábamos comprometidas con el desafío de ese día, sabíamos que contábamos con la fuerza para hacerlo, paramos a respirar varias veces mientras subíamos... pero llegamos. 

Los senderos son como la vida misma. A veces empiezas el día con todas las pilas y así te mantienes hasta completar la jornada, otros días necesitan que los empujemos, o que nos empujemos a nosotros mismos para llegar al final. A pesar del cansancio. 

Hay momentos en los que renunciar no es opción, en los que no nos podemos dar el lujo de desconectar hasta recargar las pilas, en los que hay que seguir caminando y olvidarse del mundo porque en algún momento llegaremos, aunque no sea a la misma velocidad de siempre y el cansancio no debe ser razón para renunciar. 

Para, respira, toma agua ¡No dejes de caminar! 

Hasta la próxima! 
 






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