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La vida sigue

Desde el fallecimiento de mi amiga, cada año le escribo a quien fue su esposo para saber de él. Ellos tuvieron una relación muy especial, tan especial y bonita que muchas veces dudé de la autenticidad de la misma, pero el tiempo y los hechos se llevaron mi escepticismo. Pocas veces he visto la devoción que ella tenía hacia él, muy pocas veces he visto los cuidados que él tuvo con ella.  

En nuestras conversaciones de cada año recordábamos a mi amiga, yo le contaba lo enamorada que siempre estuvo de él (lo cual segurísimo él siempre supo) y el me contaba lo especial que yo era para ella. El año pasado me dijo que había tenido un bebé y, aunque me alegraba por él, sentí un frío en el corazón. Mi amiga estaba embarazada cuando murió, sería el primer hijo de ambos y no cabía más ilusión en ella: 

- Ami, voy a tener un hijo con el amor de mi vida 

Así era ella, así siempre habló de él y me consta que él siempre estuvo a la altura de su devoción, pero el destino tiene formas particulares de reírse de uno. 

Lo felicité por su bebé, me contó un poco sobre su nueva pareja y la forma en que se había dado todo, y nos despedimos con la promesa de juntarnos algún día a conversar cuando las vueltas de la vida me lleven de nuevo a su país. Pasó un año completo y no fui.

Durante nuestra conversación de este año me contaba emocionado los detalles de la caóticamente-hermosa vida de padres, su hijo ya está en la etapa de explorar, sus manitos guiadas por la curiosidad querían tocar y mover todo... ya saben el reguero que eso implica jajaja. Me contó también que venía otro bebé en camino, que estaban exhaustos de limpiar y recoger constantemente, pero se notaba que también era feliz. No me lo imagino de otra forma, mi amiga estaría contenta de verlo así, feliz y envuelto en la locura de formar y hacer crecer una familia. Este año no se me enfrió el corazón, el frío se convirtió en luz y la luz en puro regocijo. 

A veces nos cuesta aceptar que la vida sigue y lo mejor que podemos hacer es seguir con ella, porque avanzar no es olvidar. Mientras todavía estamos aquí, lo mejor que podemos hacer es vivir, y vivir implica moverse. 

Si desde la eternidad nos pueden mirar, estoy segura que mi amiga es feliz al verlo así y me diría que vuelva a su país para que también sea testigo de toda esa mágica locura. 

Todavía extraño a mi ami (como ella me decía) pero me alegra que él haya encontrado el camino para seguir, sobre todo saber que es feliz 




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