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Dios es amor

Aún cuando se han popularizado las campañas a favor de la salud mental, nos cuesta entender lo cerca que están las enfermedades mentales, lo vulnerables que somos. Seguimos viendo lejos lo que muchas veces está delante nuestro. 

2024 es un año que esperé con altas expectativas y que ha resultado ser difícil. A finales del mes de enero tenía un cansancio brutal, y hasta cierto punto inexplicable porque no sentía que estuviera haciendo tantas cosas, no como para estar tan agotada.  En febrero decidí celebrar mi cumpleaños todo el mes y junto con las celebraciones llegaron una serie de malestares que, aunque las fotos de la fiesta extendida se ven muy chulas, no pude disfrutar a plenitud. 

Se me empezaron a hinchar los pies, el cansancio no se me quitaba y cada día me arrastraba al trabajo porque tampoco habían razones para darme una licencia. Fui a un médico general, empecé a hacerme exámenes, me empezaron a tratar y me alivié un poco con la esperanza de que pronto estaría bien y podría retomar las celebraciones. 

Tuve que dejar de caminar en las mañanas porque me empecé a congestionar, también dejé de nadar porque simplemente no podía. Entonces empezó una serie de visitas al neumólogo, que no me encontraba nada, pero yo sentía que me ahogaba. Broncodilatarores, esteroides, medicina natural... nada funcionaba. Pocos días después empezaron las taquicardias.  Primero duraban unos minutos, luego eran tan extensas que una noche terminé en emergencias con  una frecuencia cardíaca de 120 latidos por minuto. 

Mi "ruta de la salud" ahora estaba en el cardiólogo. 

- Y qué haces tú aquí tan joven? 

Le explico la situación y me dice: 

- Tú no tienes nada! Seguro son los broncodilatadores que te producuen taquicardia. Te vas a tomar esta pastilla por un mes y verás que ya no vas a sentir nada. 

Dos días después seguía igual: cansada, congestionada y con una taquicardia que no paraba.  terminé la semana como pude pero ya el sábado estaba también mareada, tanto que la claridad me molestaba y me caí en el patio mientras le daba alimento a los perros.  

Dejé de tomar medicamentos y abracé mi malestar.  Pasé todo el día acostada y no mejoraba. Mi papá vino en la noche a traerme cena y hacerme una oración. Nadie entendía que sucedía, yo solo sabía que estaba mal. 

El domingo tampoco pude hacer nada. Mis padres vinieron a verme un rato y yo no podía levantar la cabeza del mueble porque me mareaba. Pasé la tarde pensando qué haría el lunes, a qué médico voy ahora?

Al día siguiente me sentí un poco fuerte y me fui a trabajar, pero en la tarde seguía la congestión y la taquicardia. Los latidos se sentía rápidos pero me acosté así, a las 10:00 pm me despertó el dolor de cabeza y a las 3:00 am decidí ir a emergencias. La Dra que estaba de turno me tomó la presión, revisó la frecuencia cardíaca, los niveles de oxigenación en la sangre.... todo estaba bien. 

- Tú estás bien, tu corazón está bien, tu presión es normal

Me devolví para la casa y me acosté.

Me puse a pensar en todo lo que he vivido en el último año, cosas que quizás no he procesado del todo, y que cada una es fuente particular de ansiedad. Asumí una separación y un divorcio como si fuera tomarse un refresco en el parque (con la cantidad de compromisos que asumí en solitario sin estar segura de poder con todo sola), por tercera vez mami está lidiando con un diagnóstico de cáncer y ahora no sabemos siquiera si hay probabilidades de éxito en el tratamiento, el trabajo me encanta porque me gusta lo que hago, me siente retada, siento que aprendo, que crezco... pero viene con su propio estrés. Estoy viviendo con todo eso, convenciéndome de que todo está bien. Mi inconsciente que ya está muy cargado, no tuvo más opción que explotar. 

Esta mañana me desperté y no me podía levantar, me sentía presa en un cuerpo aplastado y pensé en la depresión.  Pensé en lo mucho que me ha costado el último mes ser yo, en lo enferma que me he sentido sin saber de qué, en el sentimiento de fracaso y desesperanza que mis mil ocupaciones han intentado ocultar. 

El malestar, la congestión y el dolor de cabeza van y vienen, ahora que le he encontrado un poco de sentido a este caos sé que todo es síntoma de algo que va más allá de lo físico,  de algo que tendré que aceptar para que se vaya. 

Ayer en la tarde fui a Najayo a llevar algo y mientras veía las montañas, el ocaso, el viento... sentía que un calmante acariciaba mi alma. Me senté en el patio, me dejé abrazar por la familia, me reí de los cuentos de siempre y entendí por qué me gusta tanto ir allá, por qué siempre será especial caminar hacia el fuerte. Es mi refugio. 



De toda esta situación hay tres cosas que me acompañarán siempre. Cuando menos lo imaginas  tu salud mental puede estar en peligro y llega un momento en que simplemente no tienes control, la naturaleza es una poderosa medicina y el amor, aparte de ser siempre la respuesta, es el mejor de los refugios

Sin lugar a dudas, Dios es amor. 


FF



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