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Pero el destino tenía otros planes



Si me preguntan rápido de qué trata mi vida podría decir que trata de imponer mis planes a la mala; hasta que se cumple lo que estaba escrito, que muchas veces no guarda relación con mi plan inicial, y mientras más tardo en aceptarlo más miserable puedo llegar a ser. 

"Esta vida es prestada" 

Es muy común escuchar frases como esa en un funeral, haciendo referencia a la lamentable pérdida de una vida (siempre es lamentable para alguien). Pero yo diría que es prestada la vida y todo lo que tiene que ver con ella. Las experiencias que vivimos, las situaciones de las que nos toca ser testigo, las cosas que tenemos, las personas con las que compartimos y un largo etcétera de items que pudiera agregar a esta lista. parte importante, por no decir crítica, de nuestro bienestar es aceptar esta transitoriedad y vivirla como llega. 

La transitoriedad aplica incluso a las personas que amamos, esos con los que creemos estar destinados a pasar una vida y esa vida quizás son cinco minutos o, con suerte, unas horas. Hoy conversaba al respecto con el "Mr. Miyagi" de mi vida  (creo que les he hablado de él en otros posts) y recordaba una historia que su papá le contaba cuando era niño: 

"Había una vez un hombre y una mujer, se amaban. 

Un día decidieron ir a acampar al bosque, encontraron un hermoso lugar. 

Los pájaros cantaban, había un hermoso lago, el sol brillaba.

Se tomaron  de las manos y se prometieron que ese sería el mejor día para recordar, querían hacer el amor,

Pero los lobos tenían otros planes..." 

Muchas veces somos como la pareja del cuento, tomamos de las manos nuestros sueños, vemos el sol brillar para nosotros y creemos que siempre será así, que acamparemos en un hermoso lugar y será el mejor día de nuestras vidas. Pero sucede que el capítulo que recordarías con fuegos artificiales no llega ni a cebollitas de las que los niños explotan en navidad. Los lobos, o el destino, tenían otros planes. 

el punto es, qué hacemos? 

Echarse a llorar y quejarse de la vida es una opción, pero te convertiría en eternamente miserable y tóxico para tí y para todo el que te rodea.  También está la opción de maldecir  el destino, por último puede uno refugiarse en el piadoso consuelo de lo imprevisible (mi opción favorita).

Sería fantástico controlar completamente lo que nos pasa, que nuestros encuentros fueran tal y como lo planeamos, que nuestros seres queridos siempre estuvieran ahí, que el final  del cuento siempre fuera feliz.  Pero daríamos todo por hecho, 

No abrazaríamos con la emoción de quien ha extrañado mucho, no aprovecharíamos cada segundo de las experiencias que probablemente no vayas a repetir,  no nos veríamos en la necesidad de conocer nuevas personas, personas grandiosas que llegan como por arte de magia a tu vida, porque los de siempre estarían inmóviles ahí y tú dormido en los laureles de la seguridad. 

De vez en cuando hace falta un lobo que "arruine el cuento", hace falta que el destino tenga otros planes, que aparezca uno de esos vientos huracanados que cambia la posición de las fichas y deja a cada uno donde debe estar.  

Después de todo, hay cierto placer en no saber lo que sucederá, cierto consuelo en que el destino se impusiera y una inesplicable  esperanza de que la serendipia te vuelva a salvar la vida ;) 


 


  

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